Conjuntos Históricos
Es una larguísima canalización que partiendo de la fuente del Llano de la Consolación, de forma subterránea, va a terminar al pozo que hay en el cubo del molino harinero, el cual se encuentra junto al cauce de la rambla o vega de Montealegre. En sus tramos finales toma forma de acueducto de arcos sólidos y esbeltos cuyos últimos cinco pilares están formados por piedra sillar de la siguiente manera: el de junto al cubo, de cinco metros de alto, tiene una estructura formada con bloques sillares dispuestos en seis capas; el siguiente o penúltimo tiene bloques de sillar superpuestos; los tres restantes tienen igual disposición en sus sillares, pero difieren de los dos anteriores en el número de bloques cada uno de ellos. Los pilares que soportan estos arcos de amplia curva están hechos de mampostería, losetas y como el acueducto va perdiendo altura hasta el camino que lo atraviesa, algunos de estos arcos emergen de la tierra sin pilar alguno.
Esta obra, diseñada para mover con el agua procedente de la fuente un molino harinero, tiene sobre sus arcos un caz por el que discurre el agua, y cuyas medidas interiores son de sesenta y ocho centímetros de ancho por ochenta y cinco de alto; a cada lado queda delimitado por un murete de de cincuenta centímetros de espesor. El grosor total del muro del acueducto es de ciento sesenta y ocho centímetros.
El agua del caz desembocaba en el pozo, contenido en el cubo, cuyo diámetro es de ciento cuarenta y dos centímetros. A partir del cubo y junto a él se levanta la fábrica o edificio del molino en sí la cual contenía la maquinaria.
Hay una construcción de traza circular, aneja a este molino, enfrente de la entrada, cuya finalidad se piensa que hacia ella se desviaban las aguas una vez que impulsaban la rueda motriz y utilizada para lavar el grano.
Su construcción, al contrario de lo que se piensa, no es romana, sino que data alrededor de 1700, ya que se sabe que en 1282 el pueblo de Montealegre estaba despoblado y que los señores naturales de éste trajeron colonos “que hicieron cabañas junto al castillo” y teniendo en cuenta que los documentos citan que en 1579 había que ir a moler el grano a Alpera.
No se han encontrado documentos que se refieran a esta obra acueductal. Pensamos que esto se debe al fin al que estaba destinada, lo que la aparta de clasificación de edificio noble, como es manifiesto por el empleo de la argamasa, de inferior calidad, y del yeso para levantar la fábrica del molino, así como el grosor de las paredes de éste.
Igualmente, se ha llevado una labor de reconstrucción y limpieza del entorno, limpiando los arcos, así como restaurándolos con los mismos materiales que fueron elaborados, aunque hay que señalar que del molino, apenas quedan los muros y se encuentra muy deteriorado.

Por el término de Montealegre, transitaba la Vía Hercúlea, la calzada romana más importante de la Península, que unía directamente Cádiz con Roma, y que pasaba por las inmediaciones de Ad Palem, nombre romano con el que se conocía al lugar del Santuario y a su población.
Los restos de calzada romana son unos de los mejor conservados de la provincia de Albacete, a pesar de su abandono y a su casi total desconocimiento de su existencia. La vía pasa a unos metros del monolito que señala el Cerro de los Santos, pero es en el kilómetro 6 donde se conservan los mejores restos. Unos 200 metros labrados en roca por las ruedas de los carros con la misma anchura y de unos 30 centímetros de profundidad con un desagüe en el centro. Esta vía continúa en dirección al Llano de la Consolación, descendiendo suavemente cerca de la Rambla del Agua Salada, cruzando por los Arcos del Molino hasta llegar al Santuario de Nuestra Señora de la Consolación, en que la vía toma dirección a La Higuera.

Edificado sobre un cerro (llamado Los Aljezares). El origen de esta fortaleza parece ser contemporáneo a la fundación del Señorío de Villena.
Su estructura la conforma un patio, que llamamos de armas, en el centro del cual está ubicado el aljibe con una bóveda ojival.
Alrededor de este patio tenemos una serie de dependencias delimitadas por cimientos y que configuran al conjunto una forma rectangular. La fachada principal situada al este, queda definida por dos torreones de medidas desiguales. Adosadas a cada uno de ellos hay unas habitaciones o estancias de grandes dimensiones que se extienden buscando el centro del conjunto, para poder fijar en sus paredes la cerradura de la puerta principal, que podía tener una anchura de alrededor de tres metros.
En la parte sur del replano existen cuatro habitaciones unidas al muro exterior pero que no presentan continuidad. Al oeste, tres aposento, que estuvieron techados a cuatro aguas. En el norte, una serie de departamentos ocupan el lado del rectángulo, posiblemente sin techumbre fija.
Todas estas dependencias están adosadas aun muro, que no muralla, el cual delimita en la parte superior del cerro la obra de defensa o bastión.
Formando terraza, en un plano más inferior, se levantó otro muro como primera defensa, que circunvala todo el castillo.
En la construcción de esta fortaleza se empleó arena, cal y piedras de mediano tamaño, para levantar los muros. Los torreones fueron levantados con tapial (se llevaba a cabo la obra con tapiales u hormas, que se rellenaba con una mezcla de tierra y cal dentro de los tapiales hasta lograr una gran compacticidad), reforzadas posteriormente por una pared exterior de piedra y argamasa, de 30 cms. de grosor, aunque nos es corriente encontrar una edificación con estas características.
El actual edificio militar tiene su origen en la concesión que efectúa Don Juan Manuel, Señor de Villena, en los primeros años de 1330 a su hijo natural Sancho Manuel, al cual concede las tierras de Montealegre y Carcelén
A fines del siglo XIII sufrió las iras de Pedro I, en lucha con su hermano Enrique de Trastámara, incendiándolo y destruyendo las torres y habitaciones situadas encima de la puerta principal, frente al aljibe. Tan mal parado debió de quedar que ya no se reconstruyó, arruinándose cada día más, hasta mostrar las exiguas ruinas que hoy permanecen
En 1988 el Ayuntamiento adquirió la propiedad del monte sobre el que se eleva, y desde el año 2000 se ha procedido a una primera restauración, reconstruyendo la base de los dos torreones que forman la entrada.
Actualmente el Castillo de Montealegre es una de las fortificaciones más interesantes de la provincia de Albacete, y solo unos pocos trabajos de investigación se han acercado a su historia y evolución (Zuazo, 1915; Simón 1999).
El actual edificio militar tiene su origen en la concesión que efectúa Don Juan Manuel, Señor de Villena, en los primeros años de 1330 a su hijo natural Sancho Manuel, al cual concede las tierras de Montealegre y Carcelén, dos territorios del antiguo Hins de Almansa que tienen en común varios hechos económicos, como el control y paso de la ruta ganadera de Los Serranos que une la serranía conquense con las tierras del Campo de Cartagena.
Sancho Manuel encuentra en las tierras de Montealegre el caserío de Pechín, un núcleo habitado desde la época árabe, al menos desde la segunda mitad del siglo XII, asentado en lo que hoy se conoce como Los Castellares y que había sido ocupado desde época ibérica primero y romana después.
Los trabajos de 2005 muestran claramente que la fortaleza presenta dos recintos, el superior realizado en la cumbre aprovechando el afloramiento rocoso, el cual proporciona una pared vertical de unos dos metros de altura en las laderas occidental y meridional. En la ladera meridional se crea un segundo recinto o albaccar desarrollado en la ladera mejor protegida de los vientos dominantes, aprovechando similares condiciones geológicas a las del recinto superior. De dicho recinto se observa el ángulo SE, en el cual parece apreciarse un acceso a modo de poterna y un paño en el lado SW del recinto.
El recinto superior, donde se han efectuado la intervención en 2005, presenta un acondicionamiento previo del espacio mediante la creación de un muro para sustentar una plataforma allí donde la roca es inexistente o no se ajusta a las necesidades de espacio. Su principal desarrollo lo alcanza en la fachada principal se orientada hacia el NE, donde se adelanta unos dos metros creando entre las dos torres de la fachada un espacio de acceso previo al recinto interior.
La Torre NE posee un planta trapezoidal de tendencia rectangular, realizada en mampostería en su parte baja, donde se aprecian los anclajes de los andamios de construcción, mampostería enlucida en su parte central y cajas de tapial de tierra en su parte alta, la más deteriorada.
La Torre SE es de menor tamaño a la anterior, de planta rectangular, elevada sobre una plataforma escalonada en su ángulo NE y de similar factura a la anterior. Entre ambas se debió de desarrollar un cuerpo en el que se abriría la puerta y sobre la misma las estancias a las que se refieren las fuentes, las cuales debían de ser de tapial y madera ya que para su destrucción se emplea el fuego. Hoy en día este cuerpo esta derruido y aterrado bajo la rampa que hace unas décadas se realizó para instalar antenas en su interior.
El resto de la fortaleza presenta una planta pentagonal, de base en mampostería, tapial y enlucidos de yeso. En el centro del recinto se encuentra el aljibe, excavado en la roca, revestido de mampostería y a falta de la cubierta en bóveda de medio cañón. Se sitúa en el centro del recinto ya que las estancias se disponen a su alrededor, como lo prueban los restos de muros.
Las excavaciones han mostrado la existencia de cuatro alas dispuestas pentagonalmente, cada una de ellas subdividida en varias estancias con funciones diferentes, de producción, de almacenamiento, estancia y cuadras para el ganado. Todas ellas se orientan hacia el patio, el cual articula los recorridos por su interior, el cual se realiza mediante un porche cubierto.
Las paredes están realizadas mediante una cimentación de mampostería sobre la que se eleva un muro de tapial de tierra, la cubierta a un agua de vigas de madera y teja curva, mientras que los vanos, tanto puertas como ventanas son de ladrillo macizo y yeso. Los pavimentos son de yeso tierra apisonada, documentándose en ellos las huellas de dos escaleras que nos indican la existencia de una planta superior o el acceso a los adarves de la muralla.
Tras la excavación de 2005 estamos en condiciones de precisar algunas de las hipótesis que hasta la fecha habíamos mantenido. El edificio se construye en la cuarta década del siglo XIV, seguramente de forma continua, con materiales de bajo conste, empleando técnicas mudéjares, es decir, la base de mampostería, las paredes de cajas de tapial de tierra, en lucidos de yeso y cubiertas de vigas de madera y teja. Parece que aprovecha algunas construcciones de momentos islámicos, en concreto parte de una torre y varias estancias a ellas adosada, las cuales quedan incorporadas al recinto cristiano.
En la Guerra de los Dos Pedros, entre las coronas de Aragón y Castilla, el edificio es ocupado temporalmente por tropas del Concejo de Chinchilla, las cuales descuidan su manteamiento, hasta el punto de provocarse un incendio que lo daña parcialmente.
Tras su recuperación por Constanza Manuel con las correspondientes indemnizaciones en 1411, se efectúan una serie de remodelaciones, entre las que se documenta la adaptación de una de las alas del edificio para su uso como lagar, mientras que el resto se remodela para la estancia de sus moradores y el de los animales de servicio.
El paso del señorío de unas manos a otras y a diferentes casas, las cuales ya poseían sus sedes en castillos de otros lugares, hizo innecesario la reconstrucción de la fortaleza, cuyos elevados gastos de reposición disuadieron a cualquiera de sus propietarios de dicha empresa, quedando el señorío reducido a un lugar de donde extraer rentas que completasen las de otros lugares.
El Cerro de los Santos (s IV aC-IV dC) es el yacimiento arqueológico íbero más importante de España, tanto por su cantidad (mas de 500 esculturas encontradas, además de su templo grecorromano) como por su calidad, destacando su Gran Dama Oferente. Está situado a los 38º 45′ latitud N. y 1º 16′ longitud E. al sur de la localidad. Su formación es piedra caliza y arena.
En contraste con los abundantes materiales obtenidos en el lugar (lo mas destacado, alrededor de 400 esculturas), y que constituyen uno de los mayores atractivos del Museo Arqueológico Nacional, como la dama oferente o la pareja oferente, en el lugar no queda prácticamente nada y el lugar del Santuario solo puede ser localizado gracias al obelisco conmemorativo. Sin embargo, la importancia histórica de este yacimiento, la soledad del lugar y la magia derivada de un profundo silencio, hacen que la visita no se considere, ni mucho menos, tiempo perdido.
El yacimiento corresponde a un Santuario Ibérico que estaría situado en el trayecto de la vía Heraclea (camino de Aníbal) en territorio Bastetano, vecino a la Contestania. En la actualidad, los vestigios del templo, cuya planta era reconocible a finales del XIX, han desaparecido por completo, quedando únicamente dibujos de algunos restos (capitel jónico, dibujo de Aguado Alarcón). Quedan, únicamente, restos de catas de excavaciones recientes, con algunos restos de muros, y no es posible identificar ningún tipo de estructura digna de mención. Los fragmentos de cerámica están diseminados especialmente en la porción norte del cerro.
En la edad del bronce, se asentaron en la zona los íberos formando agrupaciones o tribus, siendo la de los contestanos la que ocupó las provincias de Albacete, Valencia, Murcia y Alicante. Los contestanos tuvieron contactos comerciales con otros pueblos como los fenicios, egipcios, griegos y asirios. En esta época se levantó el templo íbero en el Cerro de los Santos como lugar de peregrinaje y centro espiritual.
El Cerro de los Santos estaba situado cerca de una ciudad llamada Ello (posteriormente Elo) cuyos restos se encuentran en el Llano de la Consolación. En la parte superior del cerro, con forma de planicie, se hallaba el, en su interior albergaba diversas esculturas. Por su posición se la considera una aerópolis, al este pasaba la vía Heráclea y al oeste el camino para Cartago.
Ya en época de los romanos, al declarar Constantino la religión cristiana como la oficial, el templo entró en declive hasta que en el año 399 Arcadio mandó destruir todos los templos gentiles de campos y ciudades. El templo del cerro de los santos fue quemado, habiendo quedado como huellas grandes masas de plomo derretido.
El nombre de Cerro de los Santos proviene del siglo XIV pero no fue hasta mediados 1830 cuando se deforestó la zona y comenzaron a aparecer los primeros hallazgos. El primer informe oficial de descubrimientos data del 28 de junio de 1860, con el informe que Juan de Dios Aguado y Alarcón. En aquella época Vicente Juan y Amat realizó las primeras excavaciones vendiendo los descubrimientos (previa modificación de algunos para aumentar su valor y directamente falsificados otros) al Museo Arqueológico Nacional de España.
La primera campaña arqueológica fue llevada a cabo con el consentimiento del dueño del terreno, el Marqués de Valparaíso. En ella se excavó el templo y se descubrió la pieza más importante de las encontradas allí: la Gran Dama Oferente. Desde entonces ha habido varias excavaciones más. En 1929 se erigió un obelisco que hoy en día es el único distintivo de la zona.
En 1960 se realizaron nuevas excavaciones, cuando se pensaba que el yacimiento era totalmente estéril, con el sorprendente descubrimiento de nuevos restos escultóricos
Estas excavaciones, dirigidas por Fernández de Avilés, que fue director del Museo Arqueológico de Murcia y Conservador del Museo Arqueológico Nacional, fueron las primeras realizadas con criterios científicos. De las dos campañas realizadas solo se publicaron resultados de la primera. Las excavaciones proporcionaron un marco cronológico a las esculturas, con unos límites que oscilan entre el s IV aC y el IV dC. Teresa Chapa realizo a partir de 1977 tres nuevas campañas, revisando zonas anteriormente excavadas. Se recuperaron escasos restos escultóricos, así como abundante cerámica y piezas metálicas.
En relación con la cronología del lugar se han producido todo tipo de hipótesis basadas principalmente en aspectos estilísticos de las esculturas. El estudio de los materiales, con una valoración más arqueológica de los hallazgos, ha permitido establecer una cronología que comenzaría en el siglo IV aC, con la aparición de las primeras esculturas con cerámicas ibéricas y griegas de importación. Posteriormente en este lugar de culto se levantaría un templo de estructura latina. El lugar de culto permanecería en uso hasta su destrucción, posiblemente en época tardo romana. Además de cerámicas grises y de tipo ibérico se han identificado otros materiales como fusaiolas, pondera, fíbulas, vasos calados, ánforas ibéricas y romanas, cerámicas campanienses, sigillata, monedas romanas, grapas de metal, así como numerosos ladrillos romboidales, presumiblemente procedentes de uno de los últimos pavimentos del lugar. Gran parte de estos materiales pueden ser examinados en el Museo Arqueológico de Albacete, como la cabeza masculina con pendiente, el torso de estatua masculina con manto, aunque algunas piezas permanecen en el museo del Louvre, como la cabeza femenina con trenzas enrolladas y algunas cabezas masculinas. Alguna de estas piezas inspiraron a artistas como Picasso. Una de las cabezas masculinas depositadas en el Louvre fue robada e 1907 por Géry Piéret y devuelta por Apolinaire y Picasso en 1911. Las esculturas más destacadas, como la dama oferente del Cerro de los Santos (véase enlace), pareja de oferentes, pequeña damita con rasgos que recuerdan vagamente a la Dama de Elche y algunas cabezas de exvotos masculinos, se encuentran depositadas en el MAN y en el Museo de Albacete.
A poca distancia del Santuario, se encuentra una cruz de piedra colocada bajo un Templete, a cuyo monumento se le viene llamando desde su origen, que tuvo lugar cuando le edificaron de aquel, por el Humilladero; cuya historia es, que en el día de la aparición y por causa de los accidentes del terreno, no pudo ver el pueblo a la Imagen de Nuestra Señora de la Consolación hasta llegado a este sitio: y en el mismo, y antes de aproximarse a ella, postrados en tierra todos por primera vez la adoraron.
El monumento consta de una cruz de piedra, asentada sobre un pilar en el que supuestamente aparecen 4 escudos, de los cuales no se aprecian sus motivos.
Arruinado este monumento, parte por la invasión Francesa, y parte por la inclemencia del tiempo, se hallan ya construidas nuevamente la Cruz y principales piezas.
La Gran Dama Oferente es una escultura ibérica del siglo III o II a.C. Se trata de una figura femenina de 1,30 metros de altura realizada en piedra caliza. Se trata de una mujer con el gesto sagrado y atento de presentar un vaso con ofrendas. Quizá se trata del rito de iniciación de una muchacha noble.
Se muestra ricamente ataviada con tres túnicas superpuestas; la inferior, de pliegues muy finos, roza el suelo y enmarca los pies calzados. Viste túnica lisa cubierta con un manto de gruesos pliegues en zigzag cuyos bordes caen hieráticos bajo las manos resaltando el valor de la ofrenda. Una fíbula o pasador en forma de T sujetando el cuello de la túnica, tres collares y un lujoso tocado sobre su cabeza, con largas trenzas acompañadas de rodetes la adornan ataviada especialmente para la fiesta sagrada, en el día elegido y único de su presentación ante la divinidad y los hombres.
Los grandes ojos abiertos, dirigidos a un punto desconocido, introducen la percepción intensa del momento. Exterioridad –vaso, vestidos, adornos…- e interioridad –cuerpo hierático, mirada absorta…- se combinan para que el instante preparado y esperado perdure en la piedra.
La Iglesia parroquial de Santiago Apóstol proyectada y levantada en el siglo XVIII, aunque debió de ser edificada en el siglo XV y de estilo del renacimiento en sus orígenes, es referente patrimonial singular del municipio de Montealegre. Su ubicación y orientación ha determinado en buena medida la evolución del tramado urbano de la localidad en los últimos siglos, extendiendo su nombre a la llamada popularmente calle de la Iglesia. Esta vía es el eje vertebrador de la Villa que alcanza y se agota en el acceso principal del Templo y que parte de la entrada del pueblo donde a principios del siglo XX todavía se conservaba una antigua ermita cupulada en la que se veneraba a la Inmaculada Concepción.
Este Templo parroquial es una obra de grandes proporciones proyectada desde planteamientos neoclásicos y contenidos academicistas, con un planteamiento decorativo original que se limitaba a subrayar la funcionalidad de los elementos arquitectónicos, facilitando una lectura austera y sencilla del conjunto.
Templo de nave única con gran bóveda de medio cañón y tramos divididos por arcos fajones entre lunetos. Los arcos fajones se prolongan más allá de la cornisa perimetral a través de las pilastras que marcan los pilares. A ambos lados de la nave central, tres capillas laterales comunicadas entre sí, con cabecera del presbiterio poligonal y coro a los pies.
Los trágicos episodios de la contienda civil provocaron el expolio y la desaparición de la totalidad del patrimonio religioso mueble: imágenes de talla, pinturas, piezas de orfebrería, vidrieras y especialmente el retablo que presidía el presbiterio y un antiguo órgano.
A pesar del aparente estado de deterioro, el templo todavía conserva parte de su nobleza en la fachada y acceso principal. En la parte superior a modo de escudo se aprecia la siguiente inscripción:
J
H P
DD
“Jacobus, Hispaniarum Patronus, Dedicata” “Dedicada a Santiago, Patrón de las Españas”.
De piedra labrada, la composición que enmarca y solemniza la entrada a la iglesia, las embocaduras superpuestas y hornacinas laterales, nos hablan del oficio noble de la talla de la piedra y de la proyección de composiciones bien ordenadas afines a su espíritu originario.
Su restauración ha sido muy lenta y parcial por falta de medios económicos. Siendo párroco don José María Pérez (1956-1980), cobró esta mayor impulso al realizarse algunas mejoras y ocupar sus amplios ventanales sencillas vidrieras.
También merced a un legado, pudo dotarla de un nuevo pavimento y mesa de altar de mármol, pintándose un gigantesco tríptico para el presbiterio, con motivos alusivos a Santiago, cuyas pintoras han sido la Rvda. Madre Pilar Álvarez de Sotomayor y la Srta. María Teresa Peña. En dicho tríptico se contemplan tres escenas de la vida del Apóstol Santiago, al que está dedicado el templo: su elección por Jesús en la barca, la aparición de la Virgen María en Zaragoza y su martirio en Jerusalén.
La ultima restauración realizada, siendo cura párroco Francisco Amorós (1994-2006) llevó a cabo la rehabilitación del interior del Templo, así como de su cubierta. Se pintó toda la iglesia intentando imitar su aspecto original y devolviéndole su antiguo esplendor. En esta restauración se colocaron en el altar dos cuadros traídos del Santuario, un lienzo figurando la prisión de Cristo la noche que precedió a su muerte, en el cuál aparece centrada la imagen de Jesús de tamaño natural sentado sobre una piedra y actitud meditabunda, apoyada la mano derecha en su mejilla y otro lienzo en el que aparece la Virgen del Cordero, en el que aparece María con su hijo pequeño hijo Jesús, y el Cordero de Dios. Ambos cuadros fueron donados al Santuario por el propio Pedro Orrente, hijo de esta Villa.
El Llano de la Consolación (VI-IV aC) está situado a 2 Km. de Montealegre, en la carretera que une este núcleo urbano y Fuente Álamo. Antes de la ermita de Nuestra Señora de la Consolación hay un pequeño desvío a la izquierda que da a un camino vecinal (camino de la Higuera). A la derecha de este camino se encuentra el yacimiento
Como ocurre en el cercano Santuario del Cerro de los Santos, no queda nada visible en el lugar de la necrópolis ibérica del Llano de la Consolación. La visita del lugar tiene interés, especialmente, por la importancia del lugar en la historia de la arqueología ibérica. El poblado origen de la necrópolis no ha sido localizado.
Las primeras noticias del yacimiento aparecen en 1778, en relación con el descubrimiento de sepulturas en el lugar. En 1880, el escolapio Padre Lasalde describe el hallazgo de cerámicas y restos de esculturas. En 1891 P. Serrano, Maestro de Bonete identifica restos de un muro de probable origen romano, iniciando algunas prospecciones en que participa Pierre Paris (con Engel a la izquierda, archivos Jerome Blanc), que adquiere algunos materiales para el Museo del Louvre, como cabeza masculina, y cabeza con casco. Desde esa época ha habido una cierta confusión con los materiales del Cerro de los Santos y algunas de las piezas escultóricas depositadas en el MAN y en el museo arqueológico de Murcia como del Cerro de los Santos, procederían en realidad del Llano de la Consolación.
Zuazo realizó excavaciones cuyos resultados fueron publicados en 1915 y 1916. En 1941 se produce el regreso a España, de numerosas piezas arqueológicas entre las que se encuentran materiales procedentes del Llano de la Consolación. Desgraciadamente, el sátiro itifálico, figurilla de bronce hallada en 1870, permanece en el Louvre a pesar de estar prevista su devolución. Esta pieza se atribuye a un taller griego, con una cronología de 550-500 aC.
En 1946 inicia nuevas excavaciones J. Sánchez Jiménez, que permiten datar la necrópolis en torno al siglo IV aC. Estudios posteriores de algunos fragmentos escultóricos sugieren una cronología no inferior al s. VI aC. Esta necrópolis, asociada con frecuencia al Cerro de los Santos, presenta por lo tanto una cronología anterior a este yacimiento.
DOÑA JUANA
En la aldea así nombrada, del término de Montealegre, existe un asentamiento árabe en lo que hoy es edificación y sus ejidos. Alrededor de la era todavía asoman algunos muros.
Pasando el pozo, y en el medianil del otro lado de la rambla, vemos otra ciudad árabe que posiblemente se extendería hasta la actual vivienda
CASA BLANCA
En el antiguo camino que sale de estas casas hacia las del Chinar, se emplazan a uno y otro lado dos series de silos que en conjunto constituyen un grandioso complejo subterráneo. Hoy solamente queda descubierto uno de ellos y tiene por tapadera una losa. Se dice que hace muchos años se descubrieron cerca de 40 de estos silos y que fueron rellenados con tierra. Circula una leyenda de que uno estaba, cuando lo descubrieron, lleno de trigo, y que en otro había así como un capazo lleno de monedas que fueron entregadas al museo de Albacete.
En medio de estos silos y a la derecha del camino, yendo en dirección al Chinar, aún se nota en el bancal por una ligera ondulación del terreno el sitio en el que hubo una edificación.
CERRO DE LOS CONEJOS
Esta morra se localiza una vez pasada la finca llamada Del Santo y está cerca al monte Arabí. Ha sido excavada desordenadamente. En lo alto hay casas-habitaciones y más abajo una cueva en la que aparecieron enterramientos.
MEDIANIL DE LA RAMBLA
Como a un kilómetro del Cerro de los Santos, pasado éste y cuando vamos a dejar la orilla de la vega para dirigirnos hacia el cerro de los Conejos, se alza este morrón en cuya cima se parecían una serie de casas hechas de piedra sin argamasa, que pueden ser árabes.
BARRANCO DEL RAMO
Se le llama así porque en una cingla de esta rambla hay grabado un ramo que según la leyenda fue realizado por el bandido montealegrino Roche.
CEGARRÓN Y MEDIABARBA
En estos cerros aparecen numerosos vestigios neolíticos así como restos óseos en avanzado estado de fosilización.
POZO DE LA NIEVE
Las puertas de emergencia del Teatro Cervantes (conocido como Teatro Principal) comunicaban a un corralón en el que se hallaba el pozo de la nieve. Este corral tenía salida a la calle Florida Alta (hoy calle Maria Dolores Lajara). El citado pozo quedaba encerrado en un cuartito y, pared por medio, estaba la cuadra de la burra, que en otros tiempos fuera la de las caballerias que participaban en la recogida de la nieve y labores agrícolas.
Bien entrado el otoño, se disponían los preparativos para almacenar nieve en el pozo. El fondo de este se acondicionaba con gavillas de sarmientos y paja, lo cual serviría de aislante.
Templo de buenas proporciones levantado en el siglo XVIII, probablemente sobre una construcción anterior (en las relaciones de Felipe II, de 1572, se detalla la existencia de este templo).
Se trata de una gran edificación que aunque realizada con materiales humildes, reflejan cierta recuperación económica de la Villa de Montealegre durante el setecientos. Consta de una sola nave con bóveda de medio cañón de lunetos, capillas laterales entre los contrafuertes comunicadas entre sí, cúpula en el crucero y cabecera plana.
El camarín de la Virgen constituye sin duda el elemento más destacable de todo el conjunto. Proyectado hacia 1780, se caracteriza por un elegante y puro estilo rococó tardío; hay que subrayar la particular frescura y agilidad de su concepción espacial, así como un notable tratamiento de los elementos arquitectónicos y decorativos, donde medias columnas sostenidas por tarjas se combinan con líneas y planos ondulantes, curvas y contracurvas, creando un espacio elíptico muy interesante.
El esquema de este espacio responde al de camarines transparentes barrocos que abundaron especialmente en el área mediterránea en la segunda mitad del siglo XVIII.
Tras la imagen titular de Nuestra Señora de la Consolación se abre un amplio espacio alto, de planta poligonal con doble acceso a ambos lados del mismo.
La gran cúpula que cubre este camarín – que compite en proporciones con la cúpula del crucero de la nave principal- se levanta sobre tambor poligonal horadado, de grandes ventanales que filtran la luz natural en el espacio interior, por ello la figura de la Virgen aparece ante el fiel espectador recortada en un torrente de luz buscando un efecto escenográfico cargado de teatralidad.
También es de especial interés el pavimento cerámico constituido por azulejería valenciana del siglo XVIII que representa escenas costumbristas probablemente alusivas a alegorías y simbologías de las estaciones del año.
No toda la obra que actualmente compone el Templo existía al ultimarse su primitiva construcción; pues que careciendo de Camarín, Púlpito, Retablo, Coro y Torre estando colocada la campana en un simple campanario que ocupaba la parte superior de la portada, fueron construídos aquellos tres primeros objetos desde los años de 1760 a 1784, y los dos restantes en el 1852; como igualmente la parte posterior del Hospicio (hoy casa de la Virgen) lo fue también en el 1750, según consta de confusas inscripciones que aún se conservan en los muros y techumbres, y de las actas de los libros antiguos de la Cofradía.
En el mismo sitio que perpendicularmente corresponde al que en su altar ocupa la Imagen de la Virgen, existía la Retama sobre la cuál fue aparecida al moro Jamet. A los pies de la Virgen puede verse el grillete que según la tradición fue de este esclavo.
El retablo principal del altar mayor, sus pinturas, los retablos de San Juan Evangelista y de San José, la Imagen de la Virgen y todas las demás fueron quemados y profanados por los republicanos en la guerra civil, procediendo desde entonces la Hermandad de la Virgen a una lenta recuperación, culminada en este 2008 con la restauración del camarín. Hay que mencionar la excepción de la Imagen de San Isidro, original del siglo XVIII, fue salvada de las llamas gracias a una fiel devota que escondió su figura en las casas de Pedro López.
RELATO DE LA APARICIóN DE LA VIRGEN DE CONSOLACIÓN
El que sigue es el relato de la aparición tal como aparece en un novenario realizado por D. Dámaso Alonso Ramirez, sacerdote de Montealegre, y fechado en Yecla en 1870.
«Una mañana de los primeros días del mes de Marzo del citado año 1605, salió de madrugada Jamet, en cumplimiento del cargo que tenía en la casa de su Señor, a apacentar la ganadería Caballar, dirigiéndose al Sur de la Población y sitio próximo a la cordillera de los montes denominada Arabinejos. Lo pintoresco del cercano monte poblado de gigantescos pinos a cuyo pie se acercaba Jamet, y la frondosidad del bosque cuajado de retamas que le precedía, convidaba agradablemente a éste sencillo Esclavo a permanecer en él para pastar su ganado: y aceptada esta invitación que le ofrecía la naturaleza, y mientras éste por aquí y por allí buscaba su apetecible alimento, Jamet abismado en serias reflexiones se hallaba al lado de una grande retama, cuando he aquí, que repentinamente sobre ella se le aparece la Reina de los Cielos María Santísima, radiante en luz celestial que eclipsaba la de aquel Astro matutino que principiaba ya a apuntar por el horizonte. Asombrado a la vista de aquella Visión Celestial, queda estático y embargada su voz por las dulces emociones que en confuso tropel se agolpaban a su Espíritu; y cual otro Moisés, largo tiempo hubiera permanecido en la contemplación de esta Maravillosa Zarza, a no haberle sacado de su dulce arrobamiento la melodiosa voz de la Santísima Virgen, que según la tradición, le dijo con semejantes palabras: “Ve a Montealegre y anuncia a sus moradores lo que has visto; añadiendo, que la Madre de Dios quiere le edifiquen un Templo en este sitio que ha elegido para su morada, y ser el refugio y consuelo de ellos en todas sus necesidades: Tú recibe el Bautismo tomando por nombre Juan el Bautista” ¿Y quién soy yo, Señora, le respondió el Esclavo, para ser creído? Soy un humilde siervo de la más inferior condición, y esta cadena que arrastro, suficiente da a comprender que serán desechadas mis palabras. “No temas, le contestó la Santísima Virgen, que yo que te envío estaré contigo, y en confirmación de tus palabras lleva esa señal” y diciendo esto rompe el grillete y cadena que aprisionaban al Esclavo, y con esta libertad y señal que pone en sus manos parte hacia la Villa, como otro Jonás a Nínive, no para anunciar las calamidades como aquel Profeta, sino grandezas y misericordias divinas. Al oír el pueblo la narración del Esclavo duda al pronto de su veracidad; pero al hacer atención a la mutación obrada en su semblante, al inspirado lenguaje superior e impropio de su condición social, y sobre todo, al ver rotas las señales de su esclavitud que les mostraba en testimonio de sus palabras, se desvanecen las dudas y en confuso tropel salen sus Sacerdotes, sus Autoridades, sus ancianos, jóvenes y niños de todos sexos y condiciones, y en alas de su corazón y deseo por contemplar a la Emperatriz de los cielos y la tierra, salva cada cual lo más pronto que le es posible los dos kilómetros, o sea, cuarta de legua de distancia que los separa del sitio de la aparición. Allí llegados, vieron y contemplaron todos con júbilo indescriptible sobre la retama a la sagrada Imagen que hoy se venera dejada por la Santísima Virgen, rodeada de iguales resplandores que en su aparecimiento al Esclavo; y en entusiasta y religiosa procesión fue conducida a la Iglesia parroquial, fabricándose acto continuo una pequeña capilla provisional, y después el magnífico Templo y Hospicio que hoy se admira por su sencilla belleza, en el mismo sitio de su aparición.
Al lado del Santuario se levanta una pequeña elevación serrana conocida como Los Villares, Los Castellares y en época medieval como la Torre de Pechín., levantada como lugar estratégico y avanzado en la frontera cristiana y situada no muy lejos del antiguo Ello.
Debió tratarse de una torre entorno a la cual se desarrolló una alquería islámica de un tamaño considerable, a juzgar por la extensión del área en la que se encuentran dispersos los restos materiales arqueológicos. La torre dominaba la parte alta de la vega, los caminos, la vereda y la fuente de agua dulce de la zona. El lugar fue ocupado desde el neolítico aprovechando las posibilidades agropecuarias y ganaderas de la zona, alcanzando su máximo esplendor en época ibérica.
La excavación realizada en 1915 por Julián Zuazo, puso al descubierto en la parte alta del cerro la base de la torre, de planta octogonal, algo irregular en la longitud de los tramos que la componían, realizada mediante mampostería encofrada, la cual dejó a la vista los mechinales de las agujas de sujeción del entablado. En su interior se documentó junto a la cara interna de los muros un grueso muro de adobes y una estructura circular y hueca en su interior realizada en mampostería.
En la actualidad, sólo se aprecian cuatro de los lados de la torre, los restos de la construcción circular en el interior y apenas unos restos de muros de las viviendas contiguas. Esta construcción data de la segunda mitad del siglo XII y principios del siglo XIII, es decir los últimos momentos del dominio musulmán en la zona y los primeros años de la conquista cristiana. Todo ello viene a demostrar que Los Castellares o la Torre de Pechín fue el núcleo que junto a Caudete donó entonces el Infante Alfonso, luego Alfonso X El Sabio a uno de sus caballeros mas significados en la conquista de estas tierras, Sancho Sánchez de Mazuelo.
Estamos por tanto ante el solar que precedió a la actual villa de Montealegre, fundada años después en su actual emplazamiento.
En cuanto a su posible decadencia y desaparición, podemos decir que esta población se había abandonado por ser un pueblo muy enfermo. Por eso el nuevo Montealegre se ubicó a dos kilómetros de allí, al abrigo del actual cerro del castillo.
En cuanto al origen de su nombre, pude deberse a que aludía a los hitos, miliarios o millares aún en pie, de la antigua ciudad de Ello. (Rexin -piedras que se ponen por límites) o también al referirse a pueblo enfermo no se descartaría este origen (Alpechín- cieno negruzco, cosa turbia).